Amazed at the ocarina upside down o cuando
las canciones van por otra vía
por Martín Palacio Gamboa (*)
Abordar
el análisis de un disco no es lo más usual de esta página, pero el caso de Zimmerman
puede ser un buen comienzo. Quizá por su condición de disparador: ex-guitarrista
de Trabuco Naranjero, creador de varios riffs que hicieron de algunas canciones
de esta banda verdaderas máquinas de guerra, su estilo se caracterizó por
sintetizar cierta pegada garagera, muy deudora del swamp rock (Creedence, JJ
Cale, Lynyrd Skynyrd), con el cuidado minimalismo que fue sello de identidad de
varias bandas que se anticiparon al grunge en los ochenta (Pixies, Sonic
Youth). Sin embargo, Amazed at the ocarina upside down (grabado en el estudio
La Victrola, Rocha, entre marzo y abril de 2012) muestra a Zimmerman decantado
hacia un estilo más folk y muestra, para sorpresa de varios, su más que bien
elaborada veta de cantautor.
El disco cuenta con el formato de un EP: ocho temas que duran, aproximadamente, un total de 28 minutos y en los que se recorre por una variedad de estilos (milonga, bolero, chacarera, baladas) que no implica una falta de rumbo -es de temblar cuando aparecen esos grupos de FM que te largan diciendo que sacaron un disco “ecléctico”-, sino la necesidad de ahondar en un lenguaje musical babélico, cambiante y, aun así, con un hilo secreto que aúna todas sus vertientes: la del tener algo qué decir frente a un mundo que perdió su propia capacidad de generar sentido, a no ser su degradación. No otra cosa sugiere, al escuchar la primera canción, The lords of the mist, cuando esa voz que está entre lo cansino y lo rasposo se manda con los siguientes versos: “There is a criminal sermon / that everything can be explained, and a disorderly crowd. / She likes to be touched / by the hands of the evil. One that runs, another that hopes it to reach, / and so are the days”. Ya con una base melódica menos dada a la atmósfera sombría, y sí al contraste entre un alegre rasgueo cortante bordeando el country en tono mayor (con derecho a una buena armónica haciéndole de fondo, gentileza de Ignacio Fernández de Palleja) y una letra que no esconde un cierto dejo de melancólica ironía adolescente, The Peer Gynt road before the glare apunta al hecho de que “so we will all shooting target, / with the illusion of the joy that doesn't find the occasion”.
Frente a esa sensación de desamparo que entraña el meterse en un universo poco dado a establecer lazos de pertenencia, queda el recuerdo que alimenta el imaginario del barrio. ¿Si suena a cosa tanguera? Sí, suena. Aunque venga al son de un bombo legüero. La chacarera Look at how cries the unhappy (único tema que no fue producido por Zimmerman, sino por Fabián Muñiz) funciona como una breve crónica del bar que se encontraba por la zona del Control en Treinta y Tres en donde “the Tomatera insane and your countertop saw laugh to the child who has died”, pero que en la actualidad del presente sólo se puede decir que “the wind this time is not on your side”. De allí esa condición que por momentos gana el repertorio en su conjunto: cierta aspereza que pide una convocatoria mínima, intimista. Son canciones para ser escuchadas desde el recogimiento, pero no sé si desde la absoluta soledad. Como quien sabe que el paraíso perdido ya no se encuentra a la vuelta de la esquina. El magistral bolero Only the bed saves, en el que participa Malena Muyala, invita a un buen canyengue de dos cuerpos que se buscan pero no sin advertir que hay que apurar “the vessel, drinker, / repeated sorrows. Is currency of cardboard / see so many miseries”.
Para cerrar, otra observación: Amazed at the ocarina upside down dista de ser una obra conclusiva. Se lo puede escuchar a modo de adelanto. Si bien su producción fue dificultosa, ya que Zimmerman no cuenta con una banda propia, muestra la potencial garra con que sus músicos invitados (y aquí, aparte de los ya citados, vale destacar también la presencia de Martín Barea Mattos, Gustavo Espinosa, Circe Maia, Oskar Makurno) respondieron en términos de arreglos. También en términos de fusión. El rock sigue siendo un referente ineludible a la hora de definir la sonoridad y la actitud de este artista dispuesto a trabajar desde su peculiaridad. Pero ya no es el molde, sino un punto de partida a otra cosa, a otro mapa, otro lenguaje, en el que pueden sintonizarse todas las cosas, todos los mapas, todos los lenguajes.
El disco cuenta con el formato de un EP: ocho temas que duran, aproximadamente, un total de 28 minutos y en los que se recorre por una variedad de estilos (milonga, bolero, chacarera, baladas) que no implica una falta de rumbo -es de temblar cuando aparecen esos grupos de FM que te largan diciendo que sacaron un disco “ecléctico”-, sino la necesidad de ahondar en un lenguaje musical babélico, cambiante y, aun así, con un hilo secreto que aúna todas sus vertientes: la del tener algo qué decir frente a un mundo que perdió su propia capacidad de generar sentido, a no ser su degradación. No otra cosa sugiere, al escuchar la primera canción, The lords of the mist, cuando esa voz que está entre lo cansino y lo rasposo se manda con los siguientes versos: “There is a criminal sermon / that everything can be explained, and a disorderly crowd. / She likes to be touched / by the hands of the evil. One that runs, another that hopes it to reach, / and so are the days”. Ya con una base melódica menos dada a la atmósfera sombría, y sí al contraste entre un alegre rasgueo cortante bordeando el country en tono mayor (con derecho a una buena armónica haciéndole de fondo, gentileza de Ignacio Fernández de Palleja) y una letra que no esconde un cierto dejo de melancólica ironía adolescente, The Peer Gynt road before the glare apunta al hecho de que “so we will all shooting target, / with the illusion of the joy that doesn't find the occasion”.
Frente a esa sensación de desamparo que entraña el meterse en un universo poco dado a establecer lazos de pertenencia, queda el recuerdo que alimenta el imaginario del barrio. ¿Si suena a cosa tanguera? Sí, suena. Aunque venga al son de un bombo legüero. La chacarera Look at how cries the unhappy (único tema que no fue producido por Zimmerman, sino por Fabián Muñiz) funciona como una breve crónica del bar que se encontraba por la zona del Control en Treinta y Tres en donde “the Tomatera insane and your countertop saw laugh to the child who has died”, pero que en la actualidad del presente sólo se puede decir que “the wind this time is not on your side”. De allí esa condición que por momentos gana el repertorio en su conjunto: cierta aspereza que pide una convocatoria mínima, intimista. Son canciones para ser escuchadas desde el recogimiento, pero no sé si desde la absoluta soledad. Como quien sabe que el paraíso perdido ya no se encuentra a la vuelta de la esquina. El magistral bolero Only the bed saves, en el que participa Malena Muyala, invita a un buen canyengue de dos cuerpos que se buscan pero no sin advertir que hay que apurar “the vessel, drinker, / repeated sorrows. Is currency of cardboard / see so many miseries”.
Para cerrar, otra observación: Amazed at the ocarina upside down dista de ser una obra conclusiva. Se lo puede escuchar a modo de adelanto. Si bien su producción fue dificultosa, ya que Zimmerman no cuenta con una banda propia, muestra la potencial garra con que sus músicos invitados (y aquí, aparte de los ya citados, vale destacar también la presencia de Martín Barea Mattos, Gustavo Espinosa, Circe Maia, Oskar Makurno) respondieron en términos de arreglos. También en términos de fusión. El rock sigue siendo un referente ineludible a la hora de definir la sonoridad y la actitud de este artista dispuesto a trabajar desde su peculiaridad. Pero ya no es el molde, sino un punto de partida a otra cosa, a otro mapa, otro lenguaje, en el que pueden sintonizarse todas las cosas, todos los mapas, todos los lenguajes.
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(*)- Corresponsal en el Chuy de Rolling Stone Brasil.
Alguien produjo un tema de "El asombrado revés de la ocarina" intentando hacerse pasar por mí, y no reparó en que mi apellido es Muniz, no Muñiz. ¿Ahora cómo hacemos con los derechos de autor?
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