por Ignacio Fernández de Palleja

Si alguien se lo preguntara, Alzueta respondería
eso y poco más. El huésped vivía de noche y de día se limitaba a usar
discretamente el baño, el de la casa principal, que era el único. No lo vio con
nadie, no lo oyó ni conversar ni hacer ruido alguno. Podía haber sido un espía
de la CIA en Treinta y Tres y haber conspirado contra la lista 30 sin que el
viejo tuviera la menor pista.
Dicen que lo vieron empinando una caña Raposeira
allá por el barrio 25, con unos peludos. Cuando consultaron al comunicador
Aníbal Terán Castromán al respecto, este dijo que era probable que se tratara
de Gustavo Espinosa, o tal vez del Negro Caribe, pero que no había trascendido
a nivel noticioso. El Pozzi, del Pub el Pozzi, dijo que ese año había andado un
gringo que un día pidió la bolada para tocar algo con la guitarra del Amarillo
y que andaba bastante bien, pero como estaban todos bastante en pedo no se
acuerdan de mucho. Le sonaba que lo habían visto en la Barra del Chuy, pero
dijo que no le hicieran mucho caso porque todo el mundo iba, eso no era dato.
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